El disco intervertebral está formado por un anillo fibroso externo resistente, mientras que la parte central (llamada núcleo pulposo) es blanda, más parecida a un líquido, lo que le confiere una función amortiguadora. Si la integridad del anillo se ve comprometida, el núcleo pulposo puede filtrarse a través de las fibras desgarradas, lo que se conoce como hernia discal. Si la dirección de la hernia no está cerca de un nervio o tejido sensible al dolor, los síntomas pueden ser escasos o nulos. Sin embargo, si el tejido herniado presiona sobre una raíz nerviosa al salir de la columna vertebral, la persona puede sentir síntomas sensoriales (entumecimiento, hormigueo) y/o motores (debilidad y atrofia muscular) en el glúteo y hacia abajo en la pierna.
Si se presenta una señal de alerta, como cáncer, fractura, infección o una incapacidad repentina para controlar la función intestinal o vesical (un síntoma del síndrome de cauda equina), el paciente puede requerir una intervención quirúrgica o de urgencia inmediata. Sin embargo, fuera de estas circunstancias, las pautas actuales publicadas por la Sociedad Norteamericana de Columna (NASS) sobre la evaluación clínica y el tratamiento de la hernia discal lumbar y la radiculopatía lumbar recomiendan el tratamiento no quirúrgico como enfoque terapéutico de primera línea, que incluye la atención quiropráctica.
Uno de los mecanismos mediante los cuales la atención no quirúrgica puede dar lugar a un resultado exitoso y satisfactorio es al permitir la capacidad del cuerpo para reabsorber el material de la hernia discal. Los autores de un estudio del 2023 señalaron que la reabsorción puede ocurrir en un grado significativo en aproximadamente el 70% de los casos de hernia discal debido a la combinación de factores como la inflamación y la neovascularización (la formación de una nueva red de vasos sanguíneos), la deshidratación, y la tracción mecánica. El artículo también señala que la reabsorción puede ser más probable en los casos en que la hernia es más grande o está secuestrada (el material ha perdido toda conexión con el material original del disco), si hay inflamación y si la hernia está cerca del ligamento longitudinal posterior, que tiene su propio suministro de sangre y puede influir en la curación. Es importante destacar que los autores especulan que debido a que los procesos inflamatorios pueden ser muy importantes para la resorción del disco, la práctica común de prescribir medicamentos antiinflamatorios en casos de hernia discal aguda podría necesitar ser reconsiderada, ya que podría afectar el proceso de curación.
Para facilitar la curación, los médicos quiroprácticos emplearían un enfoque multimodal utilizando terapias manuales (incluyendo la manipulación espinal, ejercicios específicos, modalidades de fisioterapia, tracción, modificaciones de actividad, e incluso recomendaciones dietéticas y de suplementos). Si los síntomas del paciente no se resuelven, su quiropráctico puede remitirlo a su médico o a un especialista para tratamientos más invasivos, con la cirugía como último recurso.